En el nº 19 de “El Comprimido” se repasa la información disponible sobre los antidiabéticos no insulínicos comercializados en la última década: las glitazonas y los hipoglucemiantes que actúan sobre el sistema de las incretinas.
Respecto al primer grupo, poco que decir después de la nota de seguridad de la AEMPS del pasado 23 de septiembre. Únicamente comentar que, a pesar de que los resultados de los estudios con pioglitazona sugieren que esta molécula no presenta el mismo perfil de seguridad cardiovascular que la rosiglitazona, nuevos datos apuntan a un posible riesgo incrementado de desarrollar cáncer de vejiga con los tratamientos prolongados.
Los hipoglucemiantes que actúan sobre el sistema de las incretinas se clasifican en dos grupos en función de su mecanismo de acción: las gliptinas y los incretin-miméticos. Del primero están comercializadas en nuestro país sitagliptina y vildagliptina. Del segundo, contamos por el momento con exenatida, que fue evaluada por la Comisión de Evaluación de Medicamentos del ib-salut.
Exenatida —y algún otro hipoglucemiante que está a punto de comercializarse— nos ha hecho cambiar la denominación clásica de antidiabéticos orales (ADO) por la de antidiabéticos no insulínicos, debido a que se administra por vía subcutánea. Esta particularidad de la vía de administración no nos debe confundir, ni nos debe hacer pensar que son medicamentos alternativos a la insulina, sino que se sitúan dentro de las alternativas farmacológicas previas a la insulinización.
Por el momento, ninguno de estos nuevos antidiabéticos ha demostrado reducir las complicaciones micro y macrovasculares de la diabetes, mientras que existe evidencia contrastada de que metformina reduce las complicaciones y la mortalidad y las sulfonilureas reducen las complicaciones microvasculares. Tampoco el perfil de seguridad de estos nuevos medicamentos es bien conocido, y en algunos casos ha saltado a alarma con efectos adversos detectados en el período post-comercialización. Son, por tanto, fármacos de tercera línea.
Por estos motivos se concluye el artículo recomendando el siguiente esquema terapéutico para el tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2, que propone para el segundo escalón la asociación de metformina con sulfonilureas o insulina basal. En estos momentos, en los que hay que seleccionar un medicamento para sustituir a la rosiglitazona en aquellos pacientes a los que hay que retirársela, creemos que sería una buena opción seguir estas recomendaciones.
2 comentarios:
Soy endocrinóloga y no puedo menos que estar totalmente de acuerdo con la entrada. A los nuevos antidiabéticos les queda aún mucho que demostrar...
!Enhorabuena por el magnífico blog!!
Gracias "endocrinóloga" por tu comentario. La próxima vez nos gustaría que te identificases con tu nombre. Un saludo
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