8 de junio de 2011

Más “parches” para la neuralgia posherpética: ahora le toca el turno a la lidocaína

En una entrada previa del blog, hablábamos de la aparición en el mercado nacional del parche tópico de capsaicina, indicado para el tratamiento del dolor neuropático en adultos no diabéticos. Recordemos que, aunque dispone de ensayos clínicos en el tratamiento de la neuralgia posherpética (NPH) y de la neuropatía asociada a la infección por VIH, la evidencia referente a su eficacia antiálgica es débil y su perfil de seguridad poco favorable.

Ahora, otra nueva comercialización ha venido a sumarse a la terapéutica tópica del dolor neuropático, en este caso en forma de parche de lidocaína. Este medicamento ha sido autorizado en España por la AEMPS mediante procedimiento nacional, aunque no se trata de una novedad, pues está comercializado en otros países desde hace más de diez años. En este caso, el parche está indicado únicamente para el alivio sintomático de la NPH.

Los parches de lidocaína son apósitos adhesivos de un tamaño de 14 x 10 cm que contienen un hidrogel con lidocaína al 5%. Se deben colocar de modo que cubran la zona dolorosa a tratar, para lo que se puede cortar el apósito en caso de que sea necesario, sin que se puedan emplear más de tres apósitos (420 cm2) al mismo tiempo. Se mantienen adheridos a la piel hasta un máximo de 12 horas dentro de un período de 24 horas, debiendo ser sustituidos todos los días. El resultado del tratamiento debe reevaluarse después de 2-4 semanas y, en caso de que no se haya obtenido respuesta, se debe suspender.

Como en otras ocasiones, al no localizar ningún informe de evaluación publicado en el Sistema Nacional de Salud español, hemos recurrido a informes elaborados en otros países. En este caso, hemos seleccionado dos informes del NHS británico —que tan a menudo nos surte de valiosísima información farmacoterapéutica—, uno del Midlands Therapeutics Review and Advisory Committee (MTRAC) y otro del Scottish Medicines Consortium.

Se han realizado cinco ensayos clínicos controlados con lidocaína al 5% en el tratamiento sintomático de la NPH, uno de ellos no publicado. Cuatro de ellos se realizaron frente a placebo y en ellos los resultados de eficacia fueron dispares, pues en algunos la diferencia de eficacia con placebo no fue estadísticamente significativa; además, en aquellos en los que se evidenció una eficacia analgésica superior para los parches de lidocaína, los resultados fueron de dudosa significación clínica. En el quinto ensayo —con 301 pacientes con NPH o neuropatía diabética, no ciego— frente a pregabalina (a dosis superiores a los 600 mg diarios) durante cuatro semanas y con un diseño de no inferioridad, el tratamiento con los parches de lidocaína no logró cumplir el criterio de inferioridad en la totalidad de la población estudiada, por lo que no se puede afirmar que sea igual de eficaz que el tratamiento con pregabalina.

En los ensayos clínicos, los efectos adversos más frecuentes son reacciones locales en la zona de administración del parche: eritema, erupción, prurito, quemazón, etc. Las reacciones adversas sistémicas tras la administración del parche son poco probables.

En vista de la débil evidencia que apoya su eficacia en el tratamiento de la NPH, de la existencia de datos limitados acerca de la eficacia comparada con otras alternativas terapéuticas y de su elevado coste, el lugar en la terapéutica de los parches de lidocaína en esta enfermedad es difícil de determinar. Por ello, mientras no se disponga de más información, ambos informes sugieren reservarlos para aquellos pacientes en los que otras opciones terapéuticas no son eficaces, no son toleradas o están contraindicados.

Es bien sabido que el tratamiento del dolor de origen neuropático es complejo y no siempre se consiguen buenos resultados. Estos días hemos conocido una excelente revisión sobre el tema publicada en el Boletín de Información Farmacoterapéutica de Navarra. En ella se concluye que los antidepresivos tricíclicos— y más concretamente la amitriptilina— son el tratamiento de primera elección en el tratamiento de la NPH. La amitriptilina se debe emplear a la mínima dosis eficaz, iniciando el tratamiento con 10 mg antes de acostarse y, posteriormente, ir subiendo paulatinamente la dosis en 6-8 semanas para evitar la aparición de reacciones adversas.

Como alternativa se proponen gabapentina, pregabalina o duloxetina. Y solamente en segunda y tercera línea de tratamiento se admite el empleo de lidocaína o capsaicina tópica, los opioides mayores o tramadol. Es decir, al igual que los informes británicos seleccionados, nuestros compañeros navarros también consideran que, por el momento y mientras no dispongamos de información de mayor calidad acerca de la eficacia de los parches de lidocaína, estos sólo constituyen un “parche” más en el difícil manejo de la neuralgia posherpética. 

2 comentarios:

mariettta dijo...

No se consideran parches en si, sino apósitos adhesivos, cuya superficie entera está en contacto y adherida a la piel.Se pueden cortar y yo los pondría como un coadyuvante de segunda, tercera línea para un tratamiento localizado. Dificultad... hiperhidrosis, zonas faciales dada la dificultad que conlleva su aplicación. En mi pequeña y modesta experiencia como médico de un equipo de soporte de atención a domicilio tratando enfermos paliativos y crónicos, no lo pondría como tratamiento único nunca, siempre como una "ayuda" más.

El Comprimido dijo...

Efectívamente Marietta, son apósitos adhesivos, lo de "parches" es una forma coloquial de llamarlos.
Muchas gracias por comentarnos tu experiencia, no obstante, recordar que las únicas indicaciones autorizadas en ficha técnica y para las que existe evidencia de un balance beneficio/riesgo favorable son las que se recogen en la entrada del blog. Gracias.
Saludos